Tan pequeñito
es mi planeta
que le doy la vuelta
entera en bicicleta.
Limita al norte
con una plaza
y hacia el sur con
la vereda de mi casa.
Con mis amigos
limita al este
con pared de piedra
libre hacia el oeste.
En mi planeta
- de claras aguas –
perdemos tiempo,
vergüenzas y paraguas.
Vemos ombúes
en cada esquina
porque tenemos el
alma campesina.
Y hay doce puentes
que a quien los
cruce
un ángel de la
guarda lo conduce.
Este planeta
- cálida estancia
de duendecitos
porque sí – se llama infancia.
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