Hace mucho, mucho, muchísimo tiempo en la Tierra reinaba el
invierno. Siempre hacía frío y nevaba… las plantas no podían crecer y los
animales y el hombre no encontraban alimentos… Fue entonces cuando un príncipe
valiente, llamado Purac, decidió pedir a Inti, el dios Sol, que con sus
poderosos rayos calentara la Tierra.
Solicitó la ayuda de algunos de sus valientes compañeros y con ellos se
preparó para subir a la cima de un monte cercano desde donde rogarían todos
juntos, para dar más fuerza al pedido.
La tarea no fue fácil porque grandes tormentas de nieve
detenían el ascenso a la cumbre a cada instante, pero Purac y sus valientes
compañeros seguían cuesta arriba con enorme esfuerzo… Después de tres días de
viaje, cuando llegaron a la cima, Purac alzando los brazos dijo: “¡Oh Inti!
¡Aparece y devuelve la vida a tus hijos!”
Inti, conmovido, apartó las nubes y observó a sus hijos… y escuchó en el
corazón de Purac el deseo sincero de ayudar a su pueblo, entonces le dijo:
“¡Purac, hijo valiente! Tu deseo de ayudar a tu pueblo es sincero y será
realizado… pero antes debes hacer un viaje a las regiones del sur, a orillas de
la laguna de Las Lágrimas está la entrada a una gruta que llega al interior de
la Pachamama, allí te espera la joven princesa Ticay… si logras rescatarla y
traerla a vivir con los tuyos, el deseo
de tu corazón pasará a tus hijos y a toda tu descendencia para siempre… pero
cuidado, debes ir solo y enfrentar a las dos serpientes que custodian a Ticay:
Kai Kai Filú (la serpiente roja)
intentará hacer que te pierdas en los laberintos del interior de la
Tierra, pero Treng Treng Filú (la serpiente verde) los ayudará en el viaje de
vuelta al hogar…” Así fue como Purac se despidió de los suyos y emprendió su
aventura hacia las tierras del sur… Un día, cuando ya habían pasado tres meses
de su partida… la anciana de la tribu tuvo un extraño sueño en el cual el
príncipe Purac volaba montado sobre una especie de serpiente gigante color
esmeralda…
Al
despertar, la anciana sabia les pidió a todos que se preparen para recibir a su
príncipe valiente con una gran fiesta en su honor. Cuando terminaron los
preparativos vieron que el sol iluminaba toda la aldea, parecía que el mismo
dios Inti paseaba por el cielo del mediodía… Las nubes se apartaron dejando
pasar los tibios rayos dorados y la
nieve comenzó a derretirse formando arroyitos. La tierra se llenó de flores
multicolores, un coro de pajaritos anunció la llegada del príncipe Purac y la
bellísima princesa Ticay…
¡Había
nacido la Primavera!
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