El amor es una semilla que anida en el corazón humano.
Esa vida
latente necesita el calor de las caricias, de las palabras que abrazan y
conmueven, para germinar y crecer.
Es en la
niñez cuando el corazón humano se nutre y fortalece con cada emoción y cada
experiencia vivida en el hogar, al interior de la familia primero y luego junto
a otros seres, en la comunidad … A medida que estos nutritivos vínculos y
encuentros se desarrollan y ramifican, los diversos sentires y posibilidades
fructifican en coloridas relaciones inter personales…
Y es entonces,
después de algunos períodos de aridez, soledad y escasez, cuando el átomo
simiente del amor, que subyace en la oscuridad y profundidad de la tierra
natal, descubre las alas luminosas del espíritu creador que eleva y alegra el
viaje, más allá del tiempo y la distancia…
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