A veces el golpe bajo viene
de quien menos lo esperamos y por eso mismo, porque viene de alguien en quien
confiamos absolutamente, el golpe es más duro, más fuerte… más destructivo… nos
deja aturdidos, desconcertados… sin energía para sobrevivir…
Pero el universo emocional
humano es tan infinito, misterioso y sorprendente, que la ayuda para
superar ese dolor profundo del alma suele llegar también de quien menos imaginamos… tal
vez un ser pequeño, frágil y gracioso, nos colma con su ternura, nos ilumina
con sus ocurrencias ingenuas y da sentido a nuestro existir desde otro lugar… y nos provoca una sensación que nos resulta inexplicable,
imposible de definir desde nuestros cánones establecidos de Verdad, Bondad y
Belleza.
Un hecho fortuito puede cambiar nuestra mirada y nuestro lugar en el mundo… y allí donde parecía que el peso de la angustia nos mantendría de
rodillas y terminaría por aplastarnos; allí mismo brota un a gota de luz, suave
y difusa al principio, que se vuelve intensa y radiante a medida que la dejamos
ser… y transforma el sentido de nuestra
existencia, del sufrimiento padecido… nos fortalece para ponernos de pie, continuar el
viaje y consumar nuestro destino.
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