En un pesebre
brillará la Luz de la
nueva humanidad
Alma Zolar
La propuesta de este espacio es difundir e intercambiar ideas y experiencias pedagógicas para la construcción de una cultura de paz
Te invito a compartir este ideal de cultura de paz en cada pequeña elección de nuestra vida diaria.
Fraternalmente:
A. Z.
10 de febrero de 2011
“La cultura de paz es el pleno respeto a
Rigoberta Menchú Tum
Todos somos parte de la amorosa energía que da vida a nuestro planeta…
Nuestras acciones como individuos nos liberan o nos condenan como sociedad.Te invito a compartir este ideal de cultura de paz en cada pequeña elección de nuestra vida diaria.
Fraternalmente:
A. Z.
10 de febrero de 2011
“La cultura de paz es el pleno respeto a
la dignidad y a los derechos
individuales y colectivos de
las personas y de los pueblos.”
Rigoberta Menchú Tum
jueves, 12 de diciembre de 2013
viernes, 6 de diciembre de 2013
sábado, 9 de noviembre de 2013
CUENTOS MARAVILLOSOS Y AGUA DE VIDA
“En este mundo de ilusión
nada
es verdad, nada es mentira.
Todo
depende del cristal con que se mira.”
(Tradición
hermética)
Cuando un bebé llega a la Tierra , hay personas
esperándolo para cuidarlo y protegerlo. Esa pequeña criatura está predestinada
a cumplir una misión especial, recibe dones que le servirán más adelante,
cuando deba enfrentarse a diversos peligros que asechan en el mundo. Pequeños
seres elementales se cruzarán oportunamente en su camino, cuando el
protagonista de la historia necesite ayuda. También hay animales colaboradores
con las fuerzas del bien y del mal.
Hay en todo cuento de hadas un
simbolismo que representa los temores, las creencias y las pruebas de valor a
las que se verán sometidos los personajes de la historia (bosque oscuro, lago
negro, dragón, sirenas y seres mitológicos, el espejo, el laberinto, la
oscuridad, el arco iris, la estrella…)
“Los opuestos son complementarios
porque
equilibran el Universo.”
(Tradición
oriental)
El peligro de muerte está siempre
presente al igual que la lucha permanente entre las fuerzas antagónicas del
bien y del mal. Cada personaje a su turno decide a cuál de ellas servirá, pero
no siempre las cosas son lo que parecen y más de una vez un personaje vil
redime toda su existencia con una acción valerosa a favor de los demás y un personaje aparentemente inofensivo y
bondadoso, resulta ser un traidor cruel.
La vida es a la vez un milagro y un
misterio.
Por eso los cuentos de hadas
resultan sanadores, porque en ellos existe un orden superior que, según el auténtico sentir de cada ser, hará que cada uno tenga el fin que merece por
sus acciones.
“Entre un par de opuestos
existe un tercer lugar:
entre el bien y el mal
está la indecisión, el momento en que las persona
pueden dudar al elegir su destino”
(Tradición celta)
El héroe que busca el conocimiento con auténtica bondad en su corazón,
no sólo logrará encontrar aquello que busca sino que además tendrá una vida
bella y feliz por siempre.
Ilustraciones: Poly Bernatene
viernes, 1 de noviembre de 2013
Teatro para niñ@s... por niñ@s...
Alumn@s del taller de teatro que dirige Jorgelina Mori
presentaron una obra creada por ellos para los niñ@s
del Jardín y de la escuela primaria "Natalio Perillo"
Luego compartieron historias, mates y sonrisas con los
chicos de taller literario "El Hada Verde" en la
biblioteca popular "Bernardino Rivadavia"
Hermoso encuentro!!!
sábado, 26 de octubre de 2013
Dijo una hoja de hierba
Dijo
una mata de hierba a una hoja de otoño:
-
¡Al caer
haces tanto ruido, que espantas a todos mis sueños invernales!
- Ser de
baja cuna y de miserable morada – dijo la hoja indignada – ser malhumorada y
sin canto: ¡tú no vives en la región alta del aire y desconoces el sonido del
canto!
Luego, la hoja de otoño cayó sobre la tierra
y se durmió. Y al llegar la primavera, la hoja despertó nuevamente… y se
convirtió en una mata de hierba.
“El
loco”, de Khalil Gibrán
sábado, 12 de octubre de 2013
domingo, 6 de octubre de 2013
lunes, 30 de septiembre de 2013
domingo, 18 de agosto de 2013
martes, 6 de agosto de 2013
¿Qué es la PAZ?
· tranquilidad;
· silencio;
· ser cariñoso;
· prestar;
· compartir;
· ayudar;
· ser amigos;
· vivir en familia;
· cantar juntos;
· alegría;
· jugar;
· sonreír;
· vivir feliz.
Reflexión
colectiva de los alumnos de Nivel Inicial, 1º y 2º de la
escuela nº 6010 de San Francisco de
Santa Fe
martes, 2 de julio de 2013
martes, 25 de junio de 2013
viernes, 21 de junio de 2013
El hada verde y los duendes del arco iris
Había una vez un pequeño pueblo, en una
extensa llanura color esmeralda. Sus habitantes eran gente sencilla, alegre y
solidaria, siempre dispuesta a reunirse para cantar, bailar y celebrar. Sobre
la fértil manta a cuadros del paisaje los animales de granja se movían de un
lugar a otro como manchas de colores.
Alrededor de la plaza principal, pintorescas
casitas abrigaban los sueños de cada familia. Más allá estaba la fábrica de
caramelos, un colorido edificio con dulce aroma frutal. Muchas personas del
pueblo trabajaban allí.
Una mañana el cielo oscureció en pleno día con un negro manto de
noche sin luna. ¿Qué había sucedido? ¿Estaba oculto el sol tras oscuros
nubarrones de tormenta? ¡No! ¡Era un gigante hambriento y gruñón! Primero, el temible
ogro, comió todos los caramelos de la fábrica y después, a algunos animales de
los campos cercanos. Cuando el gigante caminaba con sus pasos de trueno, dejaba
huellas de miedo, muerte y destrucción. Algunas personas lograron escapar y
encontrar asilo en tierras lejanas. Otras corrieron a encerrarse en sus hogares
mientras el gigante dormía. Y algunos pocos comenzaron a pensar qué hacer para
liberarse de este gran enemigo.
Un día llegó al pueblito una viuda con siete
hijos. Tan pobre era la mujer y tantas las penurias que había pasado junto a
sus pequeños, que no huyó ante la presencia amenazante del gigante dormido.
Una helada tarde de invierno, mientras la
mamá estaba aún trabajando, la niña más
pequeña de los siete hermanos, que había caminado largas horas observando los
senderos de las hormigas entre la hierba seca, se perdió en el monte. Cuando
notó que ya no recordaba el camino para
regresar a su casa la pequeña lloró con una tristeza abismal. Sus lágrimas
mojaron la tierra y bajo sus pies creció una florcita rojo carmín. Desde la
rama más alta del árbol más alto, una lechuza blanca como la nieve observaba la
escena con sus ojos ambarinos. En ese momento apareció entre los arbustos un
joven hermoso, sus cabellos dorados iluminaban su mirada celeste y bondadosa. La
niña dejó de llorar, sintió en su corazón una serena expectación y se quedó
dormida. Cuando el príncipe miró a la lechuza, ella voló a buscar a Lila, el
hada verde, que en sus sueños estaba creando canciones de pajaritos y pintando
alas de mariposas.
Mientras tanto, todas las personas del
pueblo se habían unido para buscar a la pequeña. Estuvo extraviada tres días.
Al amanecer de la tercera noche, el hada
verde llegaba volando junto a la lechuza blanca. Desde arriba los campos se
veían a cuadros verdosos y ocres y los caminos rurales parecían los senderos de
las hormigas. Frente a las ruinas de la fábrica de caramelos el gigante dormía
con su hedor pestilente de violencia y maldad. Entonces Lila cantó dulcemente y
su voz cristalina llegó hasta el arco iris de los duendes, invocando su ayuda.
Los duendes del arco iris eran doce
simpáticos enanitos que tenían poderes mágicos sobre el clima y los animales
más feroces obedecían a sus palabras.
Lila se adentró en el monte y encontró a la
pequeña dormida en el interior de una cueva, custodiada por los animales que
vivían allí. El hada verde le dio un beso y en la frente de la niña resplandeció una estrella. La pequeña abrió los ojos y sonrió
confiada al verla.
Un rayo partió en dos el cielo y el gigante
se levantó gruñendo, con la intención de devorar a todo ser que encontrara.
Rápidamente los duendes comenzaron a cantar y a bailar una rítmica y graciosa melodía. Se formó una nube gris
sobre la cabeza del gigante y comenzaron a llover piedras sobre él. Una serpiente
verde salió entre el pastizal y le mordió el pie derecho. El gigante huyó
desconcertado con la tormenta que lo
seguía hasta perderse en el horizonte.
Los pobladores habían llegado hasta la
pequeña niña, siguiendo el vuelo de la lechuza blanca, y también atraídos
por la canción del hada.
Un bellísimo arco iris iluminó el cielo
cuando la madre abrazó a sus hijos. La pequeña niña sonreía feliz; un pajarito
se posó en su hombro y le susurró un secreto.
La niña corrió hasta llegar al otro lado del
arco iris seguida por todas las personas del pueblo. Allí encontraron un cofre
lleno de monedas de oro. Desde entonces vivieron felices y en paz: siempre
cantando, bailando y celebrando la vida.
© Alma Zolar
miércoles, 5 de junio de 2013
Historia del río que cambió de rumbo
Cuando
yo era niña, por Chimel pasaba un río. No era muy grande, pero uno podía
bañarse en él. También,
sobre las piedras grandes y lisas como caparazones de tortugas gigantes, las señoras
lavaban la ropa. Lavaban la ropa y conversaban y se reían.
Para llegar al río
debíamos atravesar un cafetal, siguiendo un senderito estrecho en
donde sólo cabía una persona. El cafetal era
oscuro, porque grandes árboles le daban su sombra. Era una
oscuridad verde y llena de olores y, a veces, nos comíamos el rojo fruto del café,
que tiene un delicioso sabor dulce. Luego bajábamos un terraplén
y aparecía el río ante nuestros ojos.
El río
era transparente, parecía una hoja de papel celofán
que se fuera desenrollando con el suave rumor del agua. Lo que más
me gustaba era saltar de piedra en piedra. El río era un milagro. ¡Tanta
agua corriendo sin cesar! Era un regalo de la naturaleza.
Había
pequeños pececillos, que eran renacuajos. Los peces grandes estaban en
las partes más hondas. El río venía
bajando de las altas montañas, en donde siempre había
nubes. Pasaba por el pueblo y luego seguía lejos, lejos, hasta ir a dar al
mar. Mi abuelo decía “la mar”.
Nosotros nunca vimos el mar. Mi papá decía que era
inmenso como el cielo. Pero yo no lo podía imaginar.
Las piedras pequeñas
del río eran de todos colores. Las había color naranja, verduscas,
azabache, blancas, ámbar, amarillas. Me encantaba
verlas con la lupa del agua. Metía la mano bajo el agua y también
mi mano parecía grande. Cogía una piedra y me daba cuenta que
era chiquita. Con mis hermanos jugábamos a salpicarnos, hasta que
quedábamos completamente mojados y nos bañábamos.
La abuelita decía:
“Pueden jugar con el agua todo el tiempo que quieran. Pero cuando
sea el mediodía, no miren dentro del agua, no miren el fondo del río.
Su reflejo o su sombra se transformará en la sombra del rostro de un
gallo con cola de serpiente verdiazul. No se queden solos en la orilla del río,
porque Ajaw (nuestro creador y formador) se baña y también
bebe su agua.”
Aprendimos a nadar
en las ensenadas del río. A veces, la corriente se
aparta, como si se fuera a pasear, y descansa cerca de la orilla, en sus aguas
profundas. Desde las piedras nos tirábamos de clavado y luego nadábamos
hasta la ribera del río. En esos momentos, recuerdo que éramos
muy felices.
El río atravesaba
el pueblo. Pero cuando vinieron las épocas malas, cuando vino la guerra
y la gente tuvo que ir a refugiarse en la montaña, pasó
algo mágico, extraordinario. ¡El río se espantó!
Se asustó de lo que había visto pasar en el pueblo, durante
los años malos y entonces se metió debajo de la montaña.
Fue a salir del otro lado. Y ahora el río no pasa por Chimel.
Pasa del otro lado
de la montaña, a donde se fue a esconder, junto con la gente. Yo
quisiera que regresara. Pero así como un acto de maldad muy grande
lo hizo huir, sólo un acto de bondad muy grande lo puede hacer
regresar. Muchas veces me pregunto cuál puede ser ese acto de bondad. Y
quién lo puede hacer.
Rigoberta
Menchú con
Dante
Liano
(“Li M´in, una niña de Chimel”, 2001)
sábado, 25 de mayo de 2013
De árbol a estrella
De árbol a estrella
subía,
de escalera en escalera,
una niñita invisible . . .
(para aquel que no la viera . . .)
Altos verdes
perseguía
-
de
tronco en enredadera –
para alcanzar lo increíble:
la gran familia estrellera.
De los verdes
al celeste,
llegó la niña
un buen día
y el buen sol la hizo visible . . .
(para quien no la veía . . .)
Cuenta el que sabe de cuentos
que – mientras la fe no muera –
de árbol a estrella
es posible
alcanzar lo que uno quiera.
Elsa Bornemann
sábado, 11 de mayo de 2013
El astrónomo
A la sombra del templo mi amigo y yo
vimos a un ciego, sentado allí, solitario.
- Mira – dijo mi amigo – ése
es el hombre más sabio de nuestra tierra.
Me separé de mi amigo y
me acerqué al ciego. Lo saludé y conversamos.
Poco después le dije:
- Perdona mi
pregunta: ¿desde cuándo eres ciego?
- Desde que nací – fue su respuesta.
- ¿Y qué sendero de sabiduría sigues? – le dije entonces.
- Soy astrónomo - me contestó el ciego.
Luego se llevó la mano al pecho y dijo:
- Sí,
observo todos estos soles y estas lunas y estas estrellas…
KHALIL GIBRAN, “El Loco” (1918)
martes, 2 de abril de 2013
Día internacional del libro infantil
Leemos juntos, tú y yo.
Vemos que las letras forman palabras
y las palabras se convierten en libros
que estrechamos en nuestras manos.
Oímos susurros
y ríos bulliciosos en sus páginas
osos que cantan
graciosas melodías a la luna.
Entramos en misteriosos castillos
y de nuestras manos suben hasta las nubes
árboles florecidos. Vemos niñas valientes que vuelan
y niños que atrapan las estrellas.
Leemos juntos, tú y yo, dando vueltas y vueltas,
recorriendo el mundo con la alegría en los libros.
Poema de Pat Mora
Ilustración de Ashley Brian
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Oscuridad
El dolor crece bajo un cielo triste y sombrío.
Temerosos ojos bucean ante un grave rugido.
Busco al despertar
amar y dar.
Con la imaginación germina un nuevo mundo florido.
A. Z.
Temerosos ojos bucean ante un grave rugido.
Busco al despertar
amar y dar.
Con la imaginación germina un nuevo mundo florido.
A. Z.
Luz
Un niñito sabio que en un pesebre nació
los misterios de la vida enseñó cuando creció:
“la paz
y la libertad
son joyas para quien descubre el verdadero Amor.”
A. Z.
los misterios de la vida enseñó cuando creció:
“la paz
y la libertad
son joyas para quien descubre el verdadero Amor.”
A. Z.